República Dominicana envió unos 600 hombres en dos contingentes, que se convirtieron en la primera generación de militares de la historia moderna de ese país en participar en un conflicto bélico en el extranjero.
Foto: Acento.com.do/Fuente externa/Teniente del ejército Wilkin Cuello González. El Nuevo Herald
Cortesía de Brenda Medina. El Nuevo Herald.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Entre el 2003 y el 2004, un puñado de países pequeños y de escasos recursos envió cientos de soldados a Irak para asistir en tareas de restauración, como parte de la llamada Coalición de los Voluntarios.
República Dominicana envió unos 600 hombres en dos contingentes, que se convirtieron en la primera generación de militares de la historia moderna de ese país en participar en un conflicto bélico en el extranjero.
Algunos jóvenes, como el teniente del ejército Wilkin Cuello González, se unieron a la aventura con la esperanza –alimentada por presuntas promesas económicas que no se cumplieron– de un futuro mejor. Ahora vive con su esposa y cuatro hijos, cuya renta apenas alcanza a pagar, en un barrio humilde de Santo Domingo.
A una década de su salida de Irak, sus servicios han recibido poco reconocimiento en Estados Unidos y en su propio país, donde no existe un departamento de Asuntos para Veteranos ni una legislación similar al G.I. Bill que los proteja.
Ningún miembro de la tropa dominicana murió o sufrió heridas serias en Irak, y aparentemente ninguna institución mantuvo registros de sus condiciones de salud. Las anécdotas sobre veteranos con crisis de nervios o involucrados en episodios de violencia son apenas leyendas urbanas.
Al ser entrevistados, una decena de soldados hablaron en condición de anonimato por temor a perder sus empleos. Sus testimonios indican que han experimentado algún tipo de trauma. Pero en un país con un estigma negativo de las personas con problemas siquiátricos, muchos hombres no reconocerían que están afectados.
“Aquí eso de servicio a los veteranos no existe”, comenta González, de 34 años de edad y a quien un accidente lo dejó en silla de ruedas unos meses después de regresar de la guerra. “Las cosas no son como en las películas. Eso es allá (en Estados Unidos) que los veteranos tienen un hospital, y la gente se para y los saluda cuando los ve en uniforme. Y les dan preferencia en los aviones”.
La medida resultó ser una de las más impopulares del presidente dominicano Hipólito Mejía, quien anunció su apoyo incondicional al gobierno del presidente George W. Bush en la lucha contra el terrorismo y la invasión a Irak. Algunos analistas piensan que influyó en su fracasada campaña por la reelección en el 2004. Incluso causó la renuncia de Hugo Tolentino Dipp, ministro de Relaciones Exteriores en el 2003.
“No podía contradecir al presidente así que presenté mi renuncia. Las guerras son terribles casi siempre, inclusive para los ganadores, porque les deja una secuela terrible”, opinó el ex canciller, quien asesoró al líder de los militares que lucharon contra la intervención militar de EEUU en Republica Dominicana en 1965. “Yo no supe qué tan afectados habían vuelto esos muchachos de Irak”.
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